lunes, 11 de abril de 2011

RESEÑA DEL CAPITULO II DE LA OBRA “LOS ESTUDIANTES INVISIBLES”

Escuchar los relatos de las personas desplazadas permite tener una visión más amplia de este problema social. Por añadidura, “los estudiantes invisibles” es un libro realizado a partir de un proyecto llamado “Escuelas que educan y sanan” que busca, aproximarse a la posibilidad de que este problema se pueda pensar pedagógicamente. Además, fue escrito por Ángela Vera Márquez, psicóloga de la Universidad de Ibagué; Francisco Parra Sandoval, licenciado en ciencia de la educación de la universidad Pedagógica Nacional y Rodrigo Parra Sandoval, sociólogo de la Universidad Nacional. En este caso, hablare del capítulo II (pagina 83-119) titulado “Las Historias” en donde se busca, a través de las crónicas de niños, padres y docentes desalojados de sus tierras, proporcionar a la comunidad escolar, recursos para la comprensión de la problemática del desplazamiento forzado en Colombia. Así mismo, partir de estas historias podemos plantear la idea, la perspectiva de la sociedad en común es diferente a la perspectiva de las personas que realmente viven ese dilema. También, escuchar estas narraciones facilita que la sociedad tome mayor consciencia de la realidad que viven los desplazados. La idea aquí, es asociar los relatos presentados en el libro con la realidad que ellos viven y la perspectiva que la sociedad tiene de eso.
La sociedad en común, no ve el problema de los desplazados como lo ven quienes han sido desarraigados de sus pueblos. A veces pensamos que los desplazados llegan a la ciudad y se van a los semáforos solamente a pedir dinero, pensando que detrás de esa “fachada” ellos viven bien y sin tantas necesidades como lo aparentan; creemos que solo hacen eso para ganar dinero fácil, a partir de generar lastima en los demás y que el hecho de haber llegado a la ciudad les abre las puertas a mayores oportunidades. En cierto modo, existen casos que realmente son así, en donde si han recibido ayudas o no son desplazados y así lo hacen parecer. No obstante, no por eso podemos generalizar. Porque realmente no siempre es así,  no todos los desplazados consiguen una mano ayuda, no a todos el gobierno les colabora, y si lo hacen, son muchos los trámites y el tiempo que tienen que esperar para que así sea. Así lo corrobora melisa, una niña de 12 años desplazada del Huila, quien afirma que la situación económica era mejor en su pueblo que donde ahora viven. Encima, su padre ha tenido que formar una junta para ir a pedir ayudas a la Red de Solidaridad. (Página 87) ¿Y mientras tanto qué? ¿Qué hacen? El hecho que existan personas que se aprovechen de este tipo de situaciones no significa que debamos ignorar esta situación, y si en nuestras manos está la posibilidad de ayudar a quienes lo necesitan realmente ¿Por qué no hacerlo?
Tomarse el tiempo de indagar, escuchar o leer sobre las historias de los desplazados, facilita que se tome mayor consciencia de la realidad que ellos viven. Generalmente la población que no se ve afectada por los grupos armados se porta de manera displicente con los que si están siendo afectados por ellos. Por otro lado, en las historias se ve que los niños no son realmente felices en la ciudad, que a pesar de que hay tantas cosas, eso no los hace feliz. Como dice Carlos Andrés, niño de 12 años desplazado del Meta: “de la ciudad casi nada me gusta. Lo que me gusta de acá es la tecnología. Hace como dos meses fui a Acacias a vacaciones y me sentí muy bien. Sentí lo que sentía antes: alegría, que ya no eran siempre los carros, los carros y los carros” (página 97 y 98). Pues, lo material no vale nada cuando la parte humana no lo complementa. Es decir, los niños desplazados pueden encontrar grandes construcciones, tecnologías extraordinarias y muchas ayudas económicas de parte del estado. Pero, eso no aporta felicidad cuando las personas que te rodean te miran con asco, con desprecio, como si no valieras nada y fueras algo distinto de un ser humano. ¿Cómo se puede ser feliz con tantas cosas materiales si ante quienes te rodean no eres visto como una persona normal? Liliana, una niña de 14 años desplazada del Tolima dice: “para mí una persona desplazada es una persona falta de recursos económicos. A una persona desplazada no hay porque discriminarla y rechazarla. Es normal. Es un ser humano común y corriente. Tal vez, de pronto, que no tiene los mismos recursos, las mismas cosas, los mismos materiales. Uno dice desplazado porque se desplaza hacia otro lugar sin nada.” (Página 89). “a mis compañeros les recomiendo que nunca rechacen a un niño desplazado. Eso se siente muy duro” (página 91). Esto muestra una insensibilidad e inconsciencia ante la situación de desplazamiento tenaz. Puesto que, la situación económica no es la que determina si una persona es aseada o no. además, el desplazamiento forzado es algo que le puede suceder a cualquiera y no por esto dejas de ser un ser humano como cualquier otro.
Finalmente, al escuchar a otros podemos llegar a ver un panorama un poco más real de las situaciones, pero en verdad no podemos sentir realmente y conocer totalmente las problemáticas que ellos viven. Me ha conmovido las palabras de todos estos niños y también me genera tristeza ver que se desprecie de esa forma a los desplazados que simplemente son unas victimas más de la violencia en Colombia. Debemos de tomar un poco mas de consciencia y si no vamos a hacer nada para ayudar a las personas que se encuentran en estas situaciones, por lo menos debemos respetar y saber que el hecho de ser víctimas no los hace menos como persona.

Bibliografía:
Vera, Ángela; Parra, Francisco; Parra, Rodrigo; (2008). Los Estudiantes Invisibles. Capítulo II: “las historias” (paginas 83-119). Ibagué, Colombia.

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